Desorden en el algoritmo

Jmos fue uno de los robots creados con los primeros algoritmos que trataban de simular los sentimientos humanos. En el transcurso de su programación algo salió mal, seguramente una condición “elseif” no fue considerada del todo, lo que hizo que resultara un robot bastante melancólico. Hace tiempo, por algún error, evolución de los algoritmos o ese “if” perdido, hicieron que Jmos sintiera un cambio en su manera de interpretar el ambiente que le rodeaba, quiza sus sensores no estuvieran bien calibrados, aunque eso no era probable porque sus métricas de hardware no indicaban que estuvieran mal. Más bien él lo atribuía a su memoria o a sus discos duro, no sabía que es lo que pasaba en sus unidades lógicas donde estaban almacenados los programas que determinan su comportamiento, no sabía que era ese cambio pero se sentía completamente inestable, era como si de pronto la trayectoria de sus polos oscilaran entre el eje imaginario y el eje real. Harto de ese malestar Jmos hizo una comparación de la información que tenía en un respaldo que había hecho hace diez años. Al revisarlo se dio cuenta que eran idénticos con la diferencia que no sentía ese hormigueo en el estómago que ahora sentía, incluso tuvo que repetir el análisis y eso fue lo que más le impactó. ¡No lograba determinar qué es lo que había cambiado! ¿Por qué no estaba seguro? ¿Cómo es que lo sentía? y ¿Cómo era posible que su lenguaje-interprete entre el hardware y software le dijera que tenía que sentir ese hormigueo? ¿Cómo era posible que no estuviera seguro y estuviera consciente de ello? En aquel respaldo no tenía registrados momentos en los que se ponía a ver cómo tildaban el mar de luces en el balcón de su cuarto en el piso 111010 del edificio 0h082 de “Cuidad Esfera”. O peor aún no lograba encontrar cual era el sector del disco que guardaba el Kbyte que mandaba la señal de vibración a su lente Carl Zeiss justo cuando el sol estaba dejando de iluminar el cuarto donde recargaba energía.