domingo, 23 de mayo de 2010

martes, 11 de mayo de 2010

Un día soleado.

¿Tienes hambre? comentó Ulises con voz seca a Elvira que observaba a la gente cruzar la calle. Sí mucha respondió ésta y se acomodó el sombrero de palma mientras pausadamente comentaba, me han dicho que en la tienda de don Rufino hacen unas excelentes tortas, ¿qué te parece que nos demos una vuelta? ¿Dónde es la tienda de don Rufino? preguntó Ulises. Es seguramente donde está aquél letrero oxidado que dice "tortas Rufino e hijos" anotó Elvira enfatizando con el índice derecho. Cruzaron la calle y entraron a un pequeño local color anaranjado. La barra de madera pintada de blanco sugería cierto grado de limpieza. Media docena de mesas con manteles blancos y franjas naranjas estaban dispuestas a lo largo del lugar. Un espejo en una de las paredes, un tinaco con una llave de nariz y una bandeja hacían de lavabo y las paredes estaban adornadas con recortes de fotos de calendarios pasados, paisajes de lugares del estado de Puebla y de la Huasteca Potosina. ¿Qué desean? preguntó un hombre gordo y de tez blanca, cara redonda, ojos redondos, claros, pacientes; manos anchas, cuidadas, impacientes. Para mí una torta cubana con milanesa, dijo Elvira, y para mí una de chorizo con huevo apuntó Ulises. Se sentaron en una mesa que daba a la calle. Se lavaron las manos y observaron los recortes. Silencio. Observaron la calle. La gente andaba con paso lento. La luz hacía notar el calor que se sentía en el ambiente. Luz blanca, cegadora, alucinante. Al otro lado de la calle, el parque con jacarandas, más allá la iglesia, en el centro un kiosco descuidado, de latón oxidado. Había gente que caminaba hacía la iglesia, señoras que llevaban a sus niñas a rezar por ser el mes de la virgen. Llevaban sus canastos llenos de pétalos de rosa y buganvilias como ofrenda. La iglesia tenía retablos renacentistas del siglo XVI y al lado había un convento franciscano de época similar. Camionetas Chevrolet y Ford pasaban con su peculiar y atronador ruido de escape. Suspiro, bostezo, supongo que el color naranja es porque produce hambre, dijo Elvira alargando la voz por el boztezo. ¿Has visto algo de los reportes? A mi parecer, comentó Ulises, las fotografías no tienen nada de revelador o nada de nuevo. El cuerpo lo encontraron cerca del arroyo y ahí mismo fue fotografiado, pero las fotos no tienen nada de anormal. La apariencia física es la misma, la piel es la misma, son personas. Lo realmente escalofriante es el tacto y el olor. es una consistencia gelatinosa pero en las fotos no puede apreciarse ese detalle. Y el olor es bastante desagradable, al inicio no lo percibes, incluso puede llegar a ser inoloro, pero depronto una fetidez te entra por la nariz y no la puedes olvidar, es como si el olor tomara conciencia de ti y se te presentara en tus neuronas, en el olfato y después desaparece, provocándote un estado de alerta, incluso no estoy seguro de mis palabras pero puede provocarte miedo. Lo encontraron dos personas, regresaban por la vereda de la Trinidad. Ellos lo vieron "aparecer" estaban descansando, regresaban de dejar un encargo, se detuvieron en un ahuehuete, tomaron agua del río y mientras se refrescaban "apareció", se derrumbó, cayó de bruces a las orillas del arroyo, muerto ya. No se que tan cierto sea, pero no es el primer caso que he oido. Por lo general es en comunidades, no he escuchado casos en ciudadades o pueblos grandes. ¿De dónde salen? nadie lo sabe, han aparecido cerca de los arroyos y cerca de las barrancas. Un caso se dió en la sierra de Guerrro y otro en la sierra de Oaxaca. Las circunstancias, muy similares, días calurosos, lugares desolados, algunas personas los llaman lugares de poder...

domingo, 9 de mayo de 2010

El viento

Don Juan me lanzó un vistazo. Pensé que era una mirada de preocupación. Luego cambió abruptamente de tema y me pidió relatar cada detalle de lo que experimenté en la mañana.
- Un susto repentino siempre enconge al tonal - dijo al comentar la descripción de mi reacción al grito de don Genaro -. El problema es aquí no dejar que el tonal se enconja más de la cuenta. Un grave asunto para un guerrero es el saber precisamente cuando dejar que su tonal se encoja y cuándo detenerlo. Eso sí que es arte. El guerrero debe luchar como demonio para encoger a su tonal; pero en el mismo momento en que el tonal se encoge, ek guerrero debe voltear al revés la lucha inmediatamente para no dejarlo encogerse más.

-Pero al hacer eso, ¿no regresa a lo que ya era? -pregunté.

-No. Después de que el tonal se enconge, el guerrero cierra la puerta desde el otro lado. Mientras nada desafíe a su tonal y sus ojos estén encajados sólo para el mundo del tonal, el guerrero anda en el lado seguro de la cerca. Está en terreno familiar y conoce todas las reglas. Pero cuando el tonal se encoge, está en el lado de los ventarrones, y esa abertura debe sellarse en el acto, o el viento lo barrerá como a una hoja. Y ese es un viento real. Eso no es una metáfora. Un viento que le puede a uno volar la vida. De hecho ése es el viento que se vuela a todas las cosas vivas que están sobre la tierra. Hace años te presenté a ese viento. Pero tu lo tomaste en broma.
Se refería a una vez que me llevó a las montañas para enseñarme ciertas propiedades del viento...

Castaneda, Carlos (2009). La hora del Nahual; Relatos de Poder (17a. ed., pp 234-235). DF, México. Fondo de Cultura Económica.