Realmente no sabía que existieran los cronopios, los fama y los esperanza. Al principio pensé que era una onda intelectualoide, pero después comencé a leer algunos historias de cronópios y les fui tomando el gusto. Ahora se me hacen bastante interesantes porque tienen tintes cotidianos, sarcáticos, "filosóficos", evidentes, sencillos, inocentes, tienen algo que incitan a inventar tus propias historias cronopianas. En un post próximo pondré alguna historia de cronópios. Pero aquí les dejo uno de los que encrontré por internet se titula "Lo particular y lo universal" Sr. Cortazar me quito el sombrero...
Un cronopio iba a lavarse los dientes junto a su balcón, y poseído de una grandísima alegría al ver el sol de la mañana y las hermosas nubes que corrían por el cielo, apretó enormemente el tubo de pasta dentífrico y la pasta empezó a salir en una larga cinta rosa. Después de cubrir su cepillo con una verdadera montaña de pasta, el cronopio se encontró con que le sobraba todavía una cantidad, entonces empezó a sacudir el tubo en la ventana y los pedazos de pasta rosa caían por el balcón a la calle donde varios famas se habían reunido a comentar las novedades municipales. Los pedazos de pasta rosa caían sobre los sombreros de los famas, mientras arriba el cronopio cantaba y se frotaba los dientes lleno de contento. Los famas se indignaron ante esta increíble inconsciencia del cronopio, y decidieron nombrar una delegación para que lo imprecara inmediatamente, con lo cual la delegación formada por tres famas subió a la casa del cronopio y lo increpó, diciéndole así:
-Cronopio, has estropeado nuestros sombreros, por lo cual tendrás que pagar.
Y después, con mucha más fuerza:
-¡Cronopio, no deberías derrochar así la pasta dentífrico!
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