Thanks Giux
martes, 28 de abril de 2009
lunes, 27 de abril de 2009
Maestro Garcés
No paro de reir... reir... reir...
Etiquetas:
Los zapatos del perro,
Pequeños placeres
Publicado por
Colakvio
domingo, 19 de abril de 2009
The Police - Be my girl Sally
Wont you be my girl
Wont you be my girl
Wont you be my, be my,
Be my girl
I was blue and lonely,
I couldnt sleep a wink
And I could only get unconscious
If Id had to much to drink
There was somehow, something wrong somewhere,
And each day seemed grey and dead
The seeds of desperation
Were growing in my head
I needed inspiration,
A brand new start in life,
Somewhere to place affection,
But I didnt want a wife
And then by lucky chance I saw
In a special magazine
An ad that was unusual,
The like Id never seen,
experience something different
With our new imported toy,
Shes loving, warm, inflatible
And a guarantee of joy
She came all wrapped in cardboard,
All pink and shrivelled down
A breath of air was all she needed
To make her lose that frown
I took her to the bedroom
And pumped her with some life,
And later in a moment
That girl became my wife
And so I sit her in the corner
And sometimes stroke her hair
And when Im feeling naughty
I blow her up with air
Shes cuddly and shes bouncy,
Shes like a rubber ball,
I bounce her in the kitchen
And I bounce her in the hall
And now my life is different
Since sally came my way
I wake up in the morning
And have her on a tray
Shes everything they say she was
And I wear a permanent grin,
And I only have to worry
In case my girl wears thin
Wont you be my girl
Wont you be my girl
Wont you be my, be my,
Be my girl
Etiquetas:
De bizcochos y extraterrestres,
Melomanias,
Pequeños placeres
Publicado por
Colakvio
viernes, 17 de abril de 2009
Más palabras que no se cómo acabar...
El cigarro se apagó al instante que tocó el piso mojado. Jack se levantó del local y caminó por las calles pedregosas. Las luces de la plaza se reflejaban en mala réplica sobre el piso. Cuando arrojó el cigarrillo le llegó a la cabeza la conclusión y mientra se ponía la americana y salía, dos sombras se pusieron al acecho. Jack no era un tipo al que le gustaran los problemas, era más bien de las personas que caminan ya sea de día o de noche y acepta un trago a cualquier hora. Este era en realidad su problema, a veces se metía en líos por el simple hecho de estar ahí, tenía una suerte de magnetismo.
En una ocasión cuando regresaba de trabajar por la madrugada se encontró con uno de sus primos enfrente del “Respiradero”. Su primo estaba bastante bebido y le dijo: ¿Qué pasó mi buen nos tomamos unos tragos? Él se disculpó y rechazó la invitación, pero se ofreció a acompañarlo a su casa. En el camino pasaron frente a una dependencia de gobierno, había policías en la entrada. Jack recordó que en una ocasión su primo le había comentado que detestaba a los policías. Esos pinches tiras no los soporto. No los soporto por que solamente quieren joderte y más si te ven borracho. Buscan la manera de bajarte lo más que puedan. A demás no puedes exigir que te respeten porque te dicen que estás faltando el respeto a la autoridad, no a ellos, me entiendes, ellos son la autoridad y le estás faltando el respeto a esa gran señora encarnada en unos imbéciles. Y luego, bajita la mano, te golpean y, si son muy locos, además de que te madrean te detienen y te inventan cargos, que por andar grafiteando, que por andar cargando mota, que por andar haciendo disturbios en la vía pública. Por eso no los soporto, porque son unos pobres diablos que abusan del poquito “poder” que tienen. Jack presintió que su primo podría ponerse a vituperarles obscenidades a los policías. Y en efecto, los insultó cuando iban pasando enfrente de ellos. Los policías no dudaron en llamar a una patrulla para que los subiera. Pero Jack tuvo que desembolsar un poco de pasta y asunto arreglado, pensó que la autoridad se compra con un poco de pasta.
Caminaba con un compás sereno, rápido, enérgico. Las dos figuras que lo seguían eran de complexión media, de edad no más allá de los 35 años. La propuesta había sido la siguiente, él haría de chofer y lo único que tenía que hacer era esperar con el motor encendido a que llegaran los otros dos implicados. Le había costado decidirse porque la tarea era sencilla y por más que le daba de vueltas al asunto no hallaba la forma de cómo pudieran dar con ellos. De entrada el grupo estaba compuesto por completos desconocidos, X, Y, Z y M. Él era Z, pero no sabía quién rayos eran los otros, le daba risa pensarlo porque tenía la impresión de que estaba resolviendo alguna ecuación. No sabía de que grado pero si sabía que contaba con tres incógnitas y se figuraba que X + Y + Z + M = “atraco” pero que tanto podían afectar las otras variables. Él lo representaba de forma lineal pero no podía saber si alguno de ellos iba multiplicado por alguna constante que pudiera variar la ecuación.
Según el plan, él esperaba sobre reforma y el trayecto era dar vuelta sobre la calle Morada, llegar al boulevard Eclipse y de ahí tomar el distribuidor MediaNoche para después tomar la pista a Tinajeros y desviarse a Cerro Cortado. Las joyas se las darían a un contacto en la banca del Pensador en el parque del pueblo. ¿Cómo harían el robo? Eso no lo sabía, él sólo tenía que esperar con el motor en marcha. Si algo salía mal podía dejar el carro y perderse en la noche. En una ocasión tuvo que fugarse a toda velocidad en su Renault 12. Por supuesto la máquina había sido tocada y no se explicaba cómo rayos sacó sus 220 Km/h, sólo veía la aguja subir y subir. En esa ocasión tuvo que salir hecho un disparo.
El bar estaba lleno, desde hacía rato había visto que un tipo con gabardina roja, estaba a viendo su mesa, ella le hacía confesiones al oído, no sabía que estaba siendo una excusa. El tipo de rojo se acerco y le pidió que la dejara en paz, el no supo a que se refería y ella se disculpó. Pero el de rojo armó la gresca, Jack no supo de dónde, detrás de él salieron dos sombras y se llevaron al de rojo, mientras caminaban a la salida el de rojo se desvaneció y cayó al suelo y los otros dos salieron del bar como si nada, entonces los demás comenzaron a señalarlo y culparlo, el de rojo estaba yerto, no quiso averiguar si estaba vivo o muerto. Ella le gritó lárgate que seguro no sales de esto. Corrió a la salida y escucho sirenas, encendió el carro y salió en su Renault 12 hacía la madrugada, viendo la aguja del kilometraje subir y por el retrovisor seguido por las luces rojo-azul.
Cómo salió de esa no sabe, pero ahí estaba en la calle pedregosa caminando, pensando en el atraco... ¿Cuánto ganaría por manejar? ¿Cómo es que salió este asunto? ¿Qué haría con la pasta? ¿Quiénes eran esos dos del bar? Y Ahora que lo pensaba dos sombras… Volteó y ahí estaban en la farola fumando bajo el sereno y la lluvia de luz que caía sobre ellos.
En una ocasión cuando regresaba de trabajar por la madrugada se encontró con uno de sus primos enfrente del “Respiradero”. Su primo estaba bastante bebido y le dijo: ¿Qué pasó mi buen nos tomamos unos tragos? Él se disculpó y rechazó la invitación, pero se ofreció a acompañarlo a su casa. En el camino pasaron frente a una dependencia de gobierno, había policías en la entrada. Jack recordó que en una ocasión su primo le había comentado que detestaba a los policías. Esos pinches tiras no los soporto. No los soporto por que solamente quieren joderte y más si te ven borracho. Buscan la manera de bajarte lo más que puedan. A demás no puedes exigir que te respeten porque te dicen que estás faltando el respeto a la autoridad, no a ellos, me entiendes, ellos son la autoridad y le estás faltando el respeto a esa gran señora encarnada en unos imbéciles. Y luego, bajita la mano, te golpean y, si son muy locos, además de que te madrean te detienen y te inventan cargos, que por andar grafiteando, que por andar cargando mota, que por andar haciendo disturbios en la vía pública. Por eso no los soporto, porque son unos pobres diablos que abusan del poquito “poder” que tienen. Jack presintió que su primo podría ponerse a vituperarles obscenidades a los policías. Y en efecto, los insultó cuando iban pasando enfrente de ellos. Los policías no dudaron en llamar a una patrulla para que los subiera. Pero Jack tuvo que desembolsar un poco de pasta y asunto arreglado, pensó que la autoridad se compra con un poco de pasta.
Caminaba con un compás sereno, rápido, enérgico. Las dos figuras que lo seguían eran de complexión media, de edad no más allá de los 35 años. La propuesta había sido la siguiente, él haría de chofer y lo único que tenía que hacer era esperar con el motor encendido a que llegaran los otros dos implicados. Le había costado decidirse porque la tarea era sencilla y por más que le daba de vueltas al asunto no hallaba la forma de cómo pudieran dar con ellos. De entrada el grupo estaba compuesto por completos desconocidos, X, Y, Z y M. Él era Z, pero no sabía quién rayos eran los otros, le daba risa pensarlo porque tenía la impresión de que estaba resolviendo alguna ecuación. No sabía de que grado pero si sabía que contaba con tres incógnitas y se figuraba que X + Y + Z + M = “atraco” pero que tanto podían afectar las otras variables. Él lo representaba de forma lineal pero no podía saber si alguno de ellos iba multiplicado por alguna constante que pudiera variar la ecuación.
Según el plan, él esperaba sobre reforma y el trayecto era dar vuelta sobre la calle Morada, llegar al boulevard Eclipse y de ahí tomar el distribuidor MediaNoche para después tomar la pista a Tinajeros y desviarse a Cerro Cortado. Las joyas se las darían a un contacto en la banca del Pensador en el parque del pueblo. ¿Cómo harían el robo? Eso no lo sabía, él sólo tenía que esperar con el motor en marcha. Si algo salía mal podía dejar el carro y perderse en la noche. En una ocasión tuvo que fugarse a toda velocidad en su Renault 12. Por supuesto la máquina había sido tocada y no se explicaba cómo rayos sacó sus 220 Km/h, sólo veía la aguja subir y subir. En esa ocasión tuvo que salir hecho un disparo.
El bar estaba lleno, desde hacía rato había visto que un tipo con gabardina roja, estaba a viendo su mesa, ella le hacía confesiones al oído, no sabía que estaba siendo una excusa. El tipo de rojo se acerco y le pidió que la dejara en paz, el no supo a que se refería y ella se disculpó. Pero el de rojo armó la gresca, Jack no supo de dónde, detrás de él salieron dos sombras y se llevaron al de rojo, mientras caminaban a la salida el de rojo se desvaneció y cayó al suelo y los otros dos salieron del bar como si nada, entonces los demás comenzaron a señalarlo y culparlo, el de rojo estaba yerto, no quiso averiguar si estaba vivo o muerto. Ella le gritó lárgate que seguro no sales de esto. Corrió a la salida y escucho sirenas, encendió el carro y salió en su Renault 12 hacía la madrugada, viendo la aguja del kilometraje subir y por el retrovisor seguido por las luces rojo-azul.
Cómo salió de esa no sabe, pero ahí estaba en la calle pedregosa caminando, pensando en el atraco... ¿Cuánto ganaría por manejar? ¿Cómo es que salió este asunto? ¿Qué haría con la pasta? ¿Quiénes eran esos dos del bar? Y Ahora que lo pensaba dos sombras… Volteó y ahí estaban en la farola fumando bajo el sereno y la lluvia de luz que caía sobre ellos.
jueves, 9 de abril de 2009
domingo, 5 de abril de 2009
Después de la fiesta
Es de madrugada, me siento un integrante de brigada de negro. Andrés platicaba con Ernesto, plática de borrachos. La fiesta había teminado desde hacía ya unas horas. Sólo estabamos la familia. Bailando, buscando comida, recojiendo sillas y mesas, algunos buscando más alcohol. La madrugada silenciosa, la calle con ese paño blanco que es el sereno. Andrés hablaba de ella, la del bar. ¿Si la conoces? Le decía a Ernerto.
Se llama Mónica, es delgada, tendra unos 20 años, cabello negro a los hombros. La conocí en el "Alex", después se cambio al "Rinconcito". Él la conoce, dijo y me señaló con el dedo. Anduve con ella, tiene un chavito pero a mi no me importaba. Salía con ella porque me gustaba mucho. Aún la pienso. Siento que de algún modo ella está en alguna parte de mi cabeza porque de vez en cuando se aparece. La recuerdo. Terminamos mal. Se volvió una obsesión. Sí, a veces nos acostabamos, me escapaba de la casa a media noche y la iba a ver. A veces al bar, a veces a su casa. Cuando estaba en el bar y la veía con otros me encabronaba tanto. En ocasiones pagaba para que sólo estuviera conmigo. Ella me decía que no me preocupara, que ellos no le importaban. Pero la sangre me herbía cuando otros güeyes le besaban las nalgas. Cuando estabamos en su casa era otra cosa. A veces después de acostarnos, se levantaba y me decía si quería un "cafecito". Andrés hizo una mueca como recordando algo y sonrió, quieres un cafecito, me decía, porque esto de la cogedera se me antoja a café, sabe porque, es como cuando te fumas un cigarro y nos quedamos acostados platicando ¿A tí la cogedera se te antoja a cigarro?
Ernesto lo cortó enseguida. Déjate de chingaderas. La noche ya olía a alcohol. Te voy a decir algo. No, les voy a decir algo, y esto es neta para la pinche vida, para toda su pinche vida. De su boca salió una voz quebrada por el alcohol "Lo que es, es. Y lo que no a la chingada" ¿Si me entienden? Y nos dirigió una mirada centrada en algún punto de fuga fuera del lugar, fuera del terreno valdío, fuera de la noche. Si me entienden, volvió a repetir. Si te late aún y quieres verla pues ve y búscala, y si no, déjate de chingaderas. ¿Qué es eso de andar buscando fantansmas? Esos son los pinches fantasmas que te chupan la vida.
Se llama Mónica, es delgada, tendra unos 20 años, cabello negro a los hombros. La conocí en el "Alex", después se cambio al "Rinconcito". Él la conoce, dijo y me señaló con el dedo. Anduve con ella, tiene un chavito pero a mi no me importaba. Salía con ella porque me gustaba mucho. Aún la pienso. Siento que de algún modo ella está en alguna parte de mi cabeza porque de vez en cuando se aparece. La recuerdo. Terminamos mal. Se volvió una obsesión. Sí, a veces nos acostabamos, me escapaba de la casa a media noche y la iba a ver. A veces al bar, a veces a su casa. Cuando estaba en el bar y la veía con otros me encabronaba tanto. En ocasiones pagaba para que sólo estuviera conmigo. Ella me decía que no me preocupara, que ellos no le importaban. Pero la sangre me herbía cuando otros güeyes le besaban las nalgas. Cuando estabamos en su casa era otra cosa. A veces después de acostarnos, se levantaba y me decía si quería un "cafecito". Andrés hizo una mueca como recordando algo y sonrió, quieres un cafecito, me decía, porque esto de la cogedera se me antoja a café, sabe porque, es como cuando te fumas un cigarro y nos quedamos acostados platicando ¿A tí la cogedera se te antoja a cigarro?
Ernesto lo cortó enseguida. Déjate de chingaderas. La noche ya olía a alcohol. Te voy a decir algo. No, les voy a decir algo, y esto es neta para la pinche vida, para toda su pinche vida. De su boca salió una voz quebrada por el alcohol "Lo que es, es. Y lo que no a la chingada" ¿Si me entienden? Y nos dirigió una mirada centrada en algún punto de fuga fuera del lugar, fuera del terreno valdío, fuera de la noche. Si me entienden, volvió a repetir. Si te late aún y quieres verla pues ve y búscala, y si no, déjate de chingaderas. ¿Qué es eso de andar buscando fantansmas? Esos son los pinches fantasmas que te chupan la vida.
Etiquetas:
cuenteando,
De bizcochos y extraterrestres,
teorías del ocio
Publicado por
Colakvio
Suscribirse a:
Entradas (Atom)