viernes, 17 de abril de 2009

Más palabras que no se cómo acabar...

El cigarro se apagó al instante que tocó el piso mojado. Jack se levantó del local y caminó por las calles pedregosas. Las luces de la plaza se reflejaban en mala réplica sobre el piso. Cuando arrojó el cigarrillo le llegó a la cabeza la conclusión y mientra se ponía la americana y salía, dos sombras se pusieron al acecho. Jack no era un tipo al que le gustaran los problemas, era más bien de las personas que caminan ya sea de día o de noche y acepta un trago a cualquier hora. Este era en realidad su problema, a veces se metía en líos por el simple hecho de estar ahí, tenía una suerte de magnetismo.

En una ocasión cuando regresaba de trabajar por la madrugada se encontró con uno de sus primos enfrente del “Respiradero”. Su primo estaba bastante bebido y le dijo: ¿Qué pasó mi buen nos tomamos unos tragos? Él se disculpó y rechazó la invitación, pero se ofreció a acompañarlo a su casa. En el camino pasaron frente a una dependencia de gobierno, había policías en la entrada. Jack recordó que en una ocasión su primo le había comentado que detestaba a los policías. Esos pinches tiras no los soporto. No los soporto por que solamente quieren joderte y más si te ven borracho. Buscan la manera de bajarte lo más que puedan. A demás no puedes exigir que te respeten porque te dicen que estás faltando el respeto a la autoridad, no a ellos, me entiendes, ellos son la autoridad y le estás faltando el respeto a esa gran señora encarnada en unos imbéciles. Y luego, bajita la mano, te golpean y, si son muy locos, además de que te madrean te detienen y te inventan cargos, que por andar grafiteando, que por andar cargando mota, que por andar haciendo disturbios en la vía pública. Por eso no los soporto, porque son unos pobres diablos que abusan del poquito “poder” que tienen. Jack presintió que su primo podría ponerse a vituperarles obscenidades a los policías. Y en efecto, los insultó cuando iban pasando enfrente de ellos. Los policías no dudaron en llamar a una patrulla para que los subiera. Pero Jack tuvo que desembolsar un poco de pasta y asunto arreglado, pensó que la autoridad se compra con un poco de pasta.

Caminaba con un compás sereno, rápido, enérgico. Las dos figuras que lo seguían eran de complexión media, de edad no más allá de los 35 años. La propuesta había sido la siguiente, él haría de chofer y lo único que tenía que hacer era esperar con el motor encendido a que llegaran los otros dos implicados. Le había costado decidirse porque la tarea era sencilla y por más que le daba de vueltas al asunto no hallaba la forma de cómo pudieran dar con ellos. De entrada el grupo estaba compuesto por completos desconocidos, X, Y, Z y M. Él era Z, pero no sabía quién rayos eran los otros, le daba risa pensarlo porque tenía la impresión de que estaba resolviendo alguna ecuación. No sabía de que grado pero si sabía que contaba con tres incógnitas y se figuraba que X + Y + Z + M = “atraco” pero que tanto podían afectar las otras variables. Él lo representaba de forma lineal pero no podía saber si alguno de ellos iba multiplicado por alguna constante que pudiera variar la ecuación.

Según el plan, él esperaba sobre reforma y el trayecto era dar vuelta sobre la calle Morada, llegar al boulevard Eclipse y de ahí tomar el distribuidor MediaNoche para después tomar la pista a Tinajeros y desviarse a Cerro Cortado. Las joyas se las darían a un contacto en la banca del Pensador en el parque del pueblo. ¿Cómo harían el robo? Eso no lo sabía, él sólo tenía que esperar con el motor en marcha. Si algo salía mal podía dejar el carro y perderse en la noche. En una ocasión tuvo que fugarse a toda velocidad en su Renault 12. Por supuesto la máquina había sido tocada y no se explicaba cómo rayos sacó sus 220 Km/h, sólo veía la aguja subir y subir. En esa ocasión tuvo que salir hecho un disparo.

El bar estaba lleno, desde hacía rato había visto que un tipo con gabardina roja, estaba a viendo su mesa, ella le hacía confesiones al oído, no sabía que estaba siendo una excusa. El tipo de rojo se acerco y le pidió que la dejara en paz, el no supo a que se refería y ella se disculpó. Pero el de rojo armó la gresca, Jack no supo de dónde, detrás de él salieron dos sombras y se llevaron al de rojo, mientras caminaban a la salida el de rojo se desvaneció y cayó al suelo y los otros dos salieron del bar como si nada, entonces los demás comenzaron a señalarlo y culparlo, el de rojo estaba yerto, no quiso averiguar si estaba vivo o muerto. Ella le gritó lárgate que seguro no sales de esto. Corrió a la salida y escucho sirenas, encendió el carro y salió en su Renault 12 hacía la madrugada, viendo la aguja del kilometraje subir y por el retrovisor seguido por las luces rojo-azul.

Cómo salió de esa no sabe, pero ahí estaba en la calle pedregosa caminando, pensando en el atraco... ¿Cuánto ganaría por manejar? ¿Cómo es que salió este asunto? ¿Qué haría con la pasta? ¿Quiénes eran esos dos del bar? Y Ahora que lo pensaba dos sombras… Volteó y ahí estaban en la farola fumando bajo el sereno y la lluvia de luz que caía sobre ellos.

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