sábado, 10 de mayo de 2008

El "Sunrise"

Recibió una llamada el viernes por la tarde que lo devolvió de un trancazo a la realidad. Estaba en la barra de aquella apestosa pulcata. No se explicaba como es que sabían que estaba ahí. Para la mafia no había imposibles y tarde o temprano lo iban a encontrar. Lo despertó un abuelo hediento, de pelo canoso y seboso, sus dientes amarillos le causaron nauseas, le decía que tomara el teléfono que alguien preguntaba por él. Así de fácil me encuentran los malditos, dijo camino hacia la bocina, la tomó y contestó, si soy Cornelio, imaginó que la mujer al otro lado de la línea estaba fumando un cigarro Cohiba, maldita perra, pensó, mientras escuchaba que le decían que era la última vez que jugaban a las escondidas con él, la próxima está en juego tu cabeza. Domingo a las cuatro de la madrugada en el “Sunrise” dijo la mujer y colgó ¿Por qué en el lugar de mi Natalia? ¿Por qué delante de sus ojos miel? Pero no podía replicar sabía que esta vez “la araña” clavaba su aguijón, o cumplía o lo silenciaban. Había cierto peligro, el lugar sólo tenía dos puertas, una de servicio y la puerta principal. El intercambio iba a hacerse en el privado, eso era mucho peor porque dentro todo sería una confusión, nadie sabría cual era el bando que traicionaba. El plan era entrar despachar a los dos que tenían el encargo y escapar con todo. Necesitaba a alguien, necesitaba una coartada. Natalia era ideal, con ella había hecho trabajos similares pero no quería arriesgarla, esta vez tenía un presentimiento. Llegó a las tres de la madrugada, pidió un fundador y le dijo al mesero que quería invitarle un trago a una chica, escogió a Natalia, bailó dos canciones con ella. En silencio los pies marcaban cuadros básicos mientras Sonia López cantaba “Amor de Cabaret”. Tres y media le dijo a Natalia que la necesitaba. Cuando lleguen otras dos personas a la mesa 8 van a levantarse y van a irse al privado, cinco minutos después entramos como si te hubiera pagado, fuerzo la puerta y me invitas a pasar. Ellos van a apuntarte, te disculpas y sales, uno va a seguirte, no te preocupes, yo me encargo de él, vas al carro y me esperas en la entrada de servicio. Natalia salió del privado puso el carro donde quedaron y notó que Cornelio tardaba. Algo no está bien pero tengo que esperar. Se escucharon ruidos dentro, los clientes comenzaron a salir a tumbos, uno de los meseros corría con él brazo sangrando, todos salían por la puerta principal, Natalia esperaba con el carro encendido, Cornelio salió tambaleándose, subió y arrancaron. Su cara sangraba, el costado del pecho también sangraba. Natalia tomó una botella de tequila y derramó el líquido en las heridas. Detrás de ellos se escucharon dos disparos y el parabrisas se estrelló, Cornelio volteó y vio que la sangre brotaba de la boca de Natalia y, mientras el carro se impactaba en un poste se preguntó ¿Por qué chingaos no le dije que la quería?

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