miércoles, 28 de abril de 2010
El río y el recuerdo.
Soné que no existía y así sin existir caminaba río abajo, buscaba un ojo de agua. Ahí reposaba el cuerpo en que habitaba la primera vez que viví. Inmenso gris, dos grandes marfiles, monumental. Sabía que era, y que existí. En la inexistencia que el sueño me hacía percibir, lloré sangre en todo mi último andar, mi cuerpo menguando sus fuerzas clamaba por agua. Ensordecido por un ruido espontáneo corrí río abajo. Se hizo presente el dolor en la frente y comencé a sudar rojo. En el ojo de agua calmé la sed pero no pude levanterme más, y así en una convulsión mis fuerzas rompieron su contenedor y regresaron al mundo.
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