domingo, 28 de septiembre de 2008
Bicolor
Te encuentras bajando las escaleras de la estación del metro, vas corriendo y tratando de no tropezar. Llegas al corredor y te percatas que está vacío, no hay personas, niños, gente recargada en la pared viendo a los pasajeros entrar y salir de los vagones. El ruido cotidiano no está, ha desaparecido y eso te incomoda, te hace sentir un poco más vulnerable, incluso te da un poco de temor, no es usual que eso ocurra, la ausencia de sonido te hacer sentir cierta irrealidad. Ahora que observas, te das cuenta que todo está en dos colores, el piso es negro y las paredes son blancas. Te sorprendes al ver que no hay matices y te cuesta distinguir que haya uniones, esquinas en las paredes, lineas que delimiten donde inicia una pared, donde termina la otra. Es como si nada de lo que ves alrededor tuviera volumen y no són más que planos. Sabes que la pared termina donde inicia la línea negra que delimita la entrada del tunel. Entonces piensas en tí de que color eres. Y tratas de verte las manos pero no las ves, pero si ves la ropa que llevas puesta, es de color blanca, supones que tu eres de color negro pues no haces contraste con el piso, levantas las manos y efectivamente están ahí, contrastando con la pared blanca, sientes alivio de estar ahí "materializado", escuchas un ruido. Porfin, piensas, algo conocido. En el negro del tunel ves como unos círculos blancos van creciendo y después desaparecen. Escuchas cómo el sonido pasa y cómo la corriente de aire te pega en la cara. Y ves pasar varios rectángulos blancos, escuchas que se ha detenido la máquina y esperas a que se habra la puerta...
sábado, 27 de septiembre de 2008
Viva mi desgracia
Un señor está sentado en la banqueta y tiene en la mano un sombrero negro desgastado. Unos 50 pasos más allá está el organillero tocando viva mi desgracia, da vueltas a la manija y la música sale de la caja de madera llevandosela el viento a los transeuntes. Al lado de él está un niño con los pies descalsos, los pantalones de tela rala y con parches en las rodillas. Le pide, a la gente que va pasando, una moneda para el organillo. Las personas lo miran, lo ignoran, algunas incluso se ofenden de que les dirija unas palabras. Más adelante está la señora que vende muñecos chinos y tulipanes de colores bastante vivos que parecen pintados. Otra que está amamantando, con sus pechos mugrosos y sudorosos, a un niño también mugroso. Alrededor de ella están otros dos niños que extienden la mano y no dicen nada, sólo la extienden para que alguien les ponga una moneda, es lo que se supondría que piden, pero realmente ¿Qué es lo que están pidiendo? ¿Comida? ¿Dinero? Y, ahora tú, vas caminando entre todos los seres cotidianos... Piensas que quizá algunos son similares a esas personas, del organillo, algunos vivos, algunos muertos, algunos que no puedes describir, caminas viendo las caras y piensas en las diferencias que tienes y que tiene cada uno de ellos con las personas que están reptando en la calle, de las personas que venden flores y muñecos chinos, de los que están ahí tirados en las banquetas... Luego se te ocurre una idea bastante absurda, y esbozas una sonrisa, acaso esas personas que están ahí tiradas, derrotadas por la vida, son las los seres de Borges en el Aleph y reprimes esa idea por ser bastante absurda, pero después piensas que son los vagabundos de Auster, si eso es más adecuado. Y cómo sabés que alguno de ellos tiene en su casa una novela escrita y que nadie nunca la va a publicar y que quizá la obra sea todo un suceso. Regresas por esa calle otra vez y te detienes a ver la pinta de cada uno de ellos y tratas de eliminar cual no puede y cual si puede ser un escritor. De los que ves, ninguno. Estos vagabundos que encuentras en esta ciudad no lo son o quizá no lo has visto aún, pero seguramente en algún otro lado, es muy probable que haya varios...
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Colakvio
martes, 23 de septiembre de 2008
lunes, 22 de septiembre de 2008
Sobre los Vagabundos
Por cada alma perdida en ese infierno particular, hay varias otras encerradas en la locura, incapaces de salir al mundo que se halla al otro lado de sus cuerpos. Aunque parecen estar ahí no se puede contar con que estén presentes. Por ejemplo, el hombre que va a todas partes con un juego de palillos de tambor, aporreando la acera con ellos a un ritmo precipitado y desatinado, incómodamente mientras avanza por la calle golpeando insistentemente el cemento. Quizá piensa que está haciendo algo importante. Quizá si no hiciera lo que hace, la ciudad se vendría a bajo. Quizá la luna se saldría de su óbita y se estrellaría contra la tierra. Hay quienes hablan solos, quienes mascullan, quienes gritan, quienes maldicen, quienes gimen, quienes se cuentan hisotrias así mismos, como si lo hicieran a otra persona. Como el hombre que he visto hoy sentado como un montón de basura...
...Hay quienes mendigan con una apariencia de orgullo, Dame ese dinero, parecen decir, y pronto estaré entre vosotros, yendo y viniendo apresuradamente en mi rutina contidiana. Otros han renunciado a la esperanza de salir algún día de su marginalidad. Están ahí despatarrados sobre la acera con un sombrero, una taza o una caja, sin molestarse siquiera en mirar al transeunte, demasiado derrotados como para dar las gracias a quienes dejan caer una moneda ante ellos...
Paul Auster. Trilogía de Nueva York. Compactos Anagrama pág 119-122
...Hay quienes mendigan con una apariencia de orgullo, Dame ese dinero, parecen decir, y pronto estaré entre vosotros, yendo y viniendo apresuradamente en mi rutina contidiana. Otros han renunciado a la esperanza de salir algún día de su marginalidad. Están ahí despatarrados sobre la acera con un sombrero, una taza o una caja, sin molestarse siquiera en mirar al transeunte, demasiado derrotados como para dar las gracias a quienes dejan caer una moneda ante ellos...
Paul Auster. Trilogía de Nueva York. Compactos Anagrama pág 119-122
viernes, 19 de septiembre de 2008
Y los días van...
Bueno esta semana ha estado un poco jodida. Muchas juntas que no dan tiempo de trabajar. Todo el mundo pide explicaciones sobre las fallas que se tuvieron. Todo el mundo quiere sus resultados a tiempo y si no están entonces vienen las quejas, vienen las presiones. Un correo pidiendo la justificación del porque fallaron los backups, otro correo preguntando sobre la compra del disco del ambiente de diseño, otro preguntanco sobre la cotización del upgrade a solaris 10. Otro diciendo que falló el restore la base de datos del server 999283, investiga por qué. Otro diciendo que las cintas no salieron a tiempo, uno más diciendo que el cambio que se pidió para el fin de semana no fue aprobado y por ahí habías olvidado en el que te piden que hagas la depuración del file system de root (/) del server de 01010 porque sino todo se viene a bajo. Apenas hay tiempo de ir por el café y de pasada ver a la güera que está justo enfrente de la cafetería. Hacer un comentario o dos... ¡Qué onda ruso! ¿Qué haciendo? ¿Vas a venir el domingo? nosotros tenemos actividad, a ver si nos vemos... Sí, seguro, por aquí voy a andar haciendo unos cambios en un cluster... ahh! orale, pues a ver si pedimos unas cotillas como las del otro día ¿no?. Bueno ahí nos vemos que me está esperando el Güapo boy... Regresas a tu lugarorganizas las cosas que tienes que hacer, tu libreta está hecha un lio, los ambientes revueltos y los pendientes ni se diga. Tratas de concentrarte y de hacerlo todo bien porque sino es tiempo de más y puedes modificar algún parámetro que te va a dar un dolor de cabeza en las próximas horas. Después de todo esto tienes que terminar antes de las cinco de la tarde porque a las seis hay un partido de fut y no te lo quieres perder. Pones la música, te colócas los audífonos en el oido te te pones a trabajar, dos minutos después te quitas los audifons, te levantas vas a ver al responsable de los ambientes de windows en los gabachos. Regresas tomas un vaso de agua y continuas trabajando, olvidas ponerte los audífonos y cuando te das cuenta el disco ya se repitió unas dos veces.
martes, 16 de septiembre de 2008
DeSpERTareS
Suena el despertador a las 7:16 de la mañana y justo después, un minuto o dos, llega el transporte escolar y comienza a pitar el claxon. Escuchas que alguien baja corriendo las escaleras. Recuerdas que es el hijo de la vecina: siempre a la misma hora que tú te levantas él se va a clase. Cuantas veces a la semana te pasa lo mismo. ¿Todos los días? ¿Cuántas veces en el mes? Piensas esto mientras despiertas completamente, ves el reloj, te acomodas las cobijas y sabes que ya deberías levantarte porque es hora de ir al trabajo. ¿Cuánto tiempo llevas sin llegar temprano? No tienes el dato pero todos los días es el mismo pensamiento, mientras te levantas tomas tu ropa y caminas hacia el baño. En el momento en el que las gotas tocan tu piel desnuda, sientes una punzada en la cabeza, es una hoja escrita en tu mente que se cuela y la traes flotando en el pensamiento mientras dura la ducha. Es tarde el tiempo pasa y crees que deberías de tomar un poco más enserio las cosas, darle seriedad al trabajo, por ejemplo, hay otras personas que lo hacen. Entonces te justificas diciendo que el ritmo de la vida no es el mismo para unos que para otros. Quizá esas personas han encontrado en el trabajo su ritmo y sus pasos ahora son automáticos. Sientes que así debería de ser, los mismos pies, las manos, el cuerpo entero debería llevarte a hacer las cosas porque en ese momento están en sincronía. Tomas la corbata haces el nudo, te ves en el espejo y ves como el poco bigote que tienes te hace ver mal, crees que deberías rasurarte, pero es tarde y lo dejas para mañana, sientes otra ves esa desfachatez que te ha acompañado siempre y piensas que debes dejarla atrás, porque ahora ya trabajas. Te pones un suéter coges tus cosas y piensas que ahí vas. Ya en el camino te imaginas haciendo las actividades pendientes, las juntas del martes, la presentación que aún no queda y que tu jefe te está pidiendo desde hace ya una semana. Entonces te preguntas como es posible que existan personas que se sientan importantes por tener toda esa carga de trabajo y cuando hablas con ellas lo dicen de una manera tan burda, segura, incluso hasta con cierto orgullo y presunción que las hace sentirse importantes, y te preguntas si es cierto, piensas que, acaso las personas importantes ¿Lo son porque tienen mucha carga de trabajo y responsabilidades? Entonces piensas como es que todas esas responsabilidades ajenas los hacen llenar sus vidas y sentir que son algo en el mundo. Pero no digamos ya en su mundo, en el mismo universo. Entonces vuelve a ti esa imagen que te hace sentir tan pequeño. Te acuerdas como tu tío te decía, mientras cenaba después de llegar del trabajo ¿Tú crees que va a existir vida únicamente en la tierra, cuando la tierra pertenece a un sol, a una estrella? ¿Cuántas estrellas ves en el cielo? Y crees que de todas esas estrellas la única que aloja un planeta con vida es el sol que nos ilumina todos los días. Ahora dime tú, ¿Qué tan grande es la tierra? Y crees que eso es grande, ahora piensa que el sol es muchisimo más grande, y ahora multiplica el sol por millones de soles, millones de tierras, millones de planetas. Ahora dime tu cuanto de la tierra ocupas para hacer tu rutina diaria, y crees que eres importante porque alguien te conoce y te respeta en un radio de 10 kilómetros. Entonces terminaba la cena y decía: Somos nada, y no dejaremos huella, sólo polvo de estrellas. Entonces crees que ese punto de vista es un tanto fatalista, no somos nada, esbozas una sonrisa mientras caminas a la parada de la combi. Ves alrededor y te preguntas ¿Qué estarán pensando? Cuantas conciencias ¿Habrá una colectiva? Entonces tus ojos se cruzan con los de ella. Y piensas que es simpática. Llega el momento de pedir la parada, bajas y entonces dices a ver como esta el día.
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