martes, 16 de septiembre de 2008
DeSpERTareS
Suena el despertador a las 7:16 de la mañana y justo después, un minuto o dos, llega el transporte escolar y comienza a pitar el claxon. Escuchas que alguien baja corriendo las escaleras. Recuerdas que es el hijo de la vecina: siempre a la misma hora que tú te levantas él se va a clase. Cuantas veces a la semana te pasa lo mismo. ¿Todos los días? ¿Cuántas veces en el mes? Piensas esto mientras despiertas completamente, ves el reloj, te acomodas las cobijas y sabes que ya deberías levantarte porque es hora de ir al trabajo. ¿Cuánto tiempo llevas sin llegar temprano? No tienes el dato pero todos los días es el mismo pensamiento, mientras te levantas tomas tu ropa y caminas hacia el baño. En el momento en el que las gotas tocan tu piel desnuda, sientes una punzada en la cabeza, es una hoja escrita en tu mente que se cuela y la traes flotando en el pensamiento mientras dura la ducha. Es tarde el tiempo pasa y crees que deberías de tomar un poco más enserio las cosas, darle seriedad al trabajo, por ejemplo, hay otras personas que lo hacen. Entonces te justificas diciendo que el ritmo de la vida no es el mismo para unos que para otros. Quizá esas personas han encontrado en el trabajo su ritmo y sus pasos ahora son automáticos. Sientes que así debería de ser, los mismos pies, las manos, el cuerpo entero debería llevarte a hacer las cosas porque en ese momento están en sincronía. Tomas la corbata haces el nudo, te ves en el espejo y ves como el poco bigote que tienes te hace ver mal, crees que deberías rasurarte, pero es tarde y lo dejas para mañana, sientes otra ves esa desfachatez que te ha acompañado siempre y piensas que debes dejarla atrás, porque ahora ya trabajas. Te pones un suéter coges tus cosas y piensas que ahí vas. Ya en el camino te imaginas haciendo las actividades pendientes, las juntas del martes, la presentación que aún no queda y que tu jefe te está pidiendo desde hace ya una semana. Entonces te preguntas como es posible que existan personas que se sientan importantes por tener toda esa carga de trabajo y cuando hablas con ellas lo dicen de una manera tan burda, segura, incluso hasta con cierto orgullo y presunción que las hace sentirse importantes, y te preguntas si es cierto, piensas que, acaso las personas importantes ¿Lo son porque tienen mucha carga de trabajo y responsabilidades? Entonces piensas como es que todas esas responsabilidades ajenas los hacen llenar sus vidas y sentir que son algo en el mundo. Pero no digamos ya en su mundo, en el mismo universo. Entonces vuelve a ti esa imagen que te hace sentir tan pequeño. Te acuerdas como tu tío te decía, mientras cenaba después de llegar del trabajo ¿Tú crees que va a existir vida únicamente en la tierra, cuando la tierra pertenece a un sol, a una estrella? ¿Cuántas estrellas ves en el cielo? Y crees que de todas esas estrellas la única que aloja un planeta con vida es el sol que nos ilumina todos los días. Ahora dime tú, ¿Qué tan grande es la tierra? Y crees que eso es grande, ahora piensa que el sol es muchisimo más grande, y ahora multiplica el sol por millones de soles, millones de tierras, millones de planetas. Ahora dime tu cuanto de la tierra ocupas para hacer tu rutina diaria, y crees que eres importante porque alguien te conoce y te respeta en un radio de 10 kilómetros. Entonces terminaba la cena y decía: Somos nada, y no dejaremos huella, sólo polvo de estrellas. Entonces crees que ese punto de vista es un tanto fatalista, no somos nada, esbozas una sonrisa mientras caminas a la parada de la combi. Ves alrededor y te preguntas ¿Qué estarán pensando? Cuantas conciencias ¿Habrá una colectiva? Entonces tus ojos se cruzan con los de ella. Y piensas que es simpática. Llega el momento de pedir la parada, bajas y entonces dices a ver como esta el día.
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